jueves, 28 de mayo de 2009

Improbabilidad infinita

De la colosal obra “La Guía del Autoestopista Galáctico” (“The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy”), de Douglas Adams, recuerdo con hilaridad al Corazón de Oro, aquella formidable nave que se convertía en la más veloz del universo gracias a su propulsión mediante Energía de Improbabilidad Infinita:

Como el propio Adams explicaba:

“El Motor de Improbabilidad Infinita es un método nuevo y fantástico para recorrer grandes distancias interestelares en segundos, sin tener que ir a tontas y a locas por el hiperespacio.

En cuanto el motor de improbabilidad infinita alcanza la improbabilidad infinita, pasa por todos los puntos posibles de todos los universos posibles de forma casi simultánea.

En otras palabras, nunca sabes dónde vas a ir a parar, ni siquiera qué especie serás cuando llegues, por tanto es importante ir bien vestido.

Se descubrió por una afortunada casualidad, y el equipo de investigación damograno del Gobierno Galáctico la convirtió en una forma manejable de propulsión.

Desde luego se conocía bien el principio de generar pequeñas cantidades de improbabilidad finita por el sencillo método de acoplar los circuitos lógicos de un cerebro submesón Bambleweeny 57 a un vector atómico de navegación suspendido de un potente generador de movimiento browniano (digamos una buena taza de té caliente).

Tales generadores solían emplearse para romper el hielo en las fiestas, haciendo que todas las moléculas de la ropa interior de la anfitriona dieran un salto de treinta centímetros hacia la izquierda, de acuerdo con la Teoría de la Indeterminación.

Muchos físicos respetables mostraron su desaprobación, en parte porque constituía una degradación científica, pero principalmente porque no los invitaban a esa clase de fiestas.”


Durante el viaje, la Improbabilidad Infinita provoca efectos improbables (duh!) de lo más descojonante, misiles que se transforman en macetas de petunias o en ballenas, naves convertidas en sofás, planetas que de pronto son pasteles de frutas, etcétera.

El caso es que hace poco más de una semana, tenía pensado concluir este post con la chorrafirmación de que mi vida se mueve como impulsada por Improbabilidad Infinita.

Shht! no lo digáis muy alto... no es que ya esté tomando las riendas de mi vida, aún no, pero al menos ya me he enterado de que voy cabalgando sobre un caballo... vamos progresando.

Se reduce la puñetera Improbabilidad.

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