miércoles, 9 de noviembre de 2011

Micro-conflictos

-Pero... ¡si tú no existes de verdad! sólo eres un producto de mi imaginación... -exclamó él confuso.

-¿Cómo que no? ¡que yo pago mis impuestos! -replicó ella resuelta.

Mundano, aunque irrefutable.

martes, 8 de noviembre de 2011

Y usted, ¿también es Napoleón?

Nunca me había atrevido a meterle mano a Dostoievski, la verdad.

No es que me echen para atrás los clásicos, qué va, nada de eso.

Pero es cierto que en su día me presenté a Joyce con excesiva familiaridad y con bastante desparpajo, y Joyce me respondió, con razón, que qué era aquel atropello, que si él y yo nos habíamos tomado alguna pinta de cerveza juntos o qué.

Me despistó el que otros clásicos respetables hubieran sido tan exquisitamente amables conmigo, contradiciendo mis expectativas.

El caso es que Fiodr no me había contado aún la historia de Raskolnikov, de Razumijin, de Sonia, ni de nadie, y ahora sé ya, indudablemente, que nunca le habría perdonado el no haberlo hecho.

O a mí el no haberle preguntado.




Crimen y Castigo me ha parecido una obra maestra.

Si la plática que mantienen Raskolnikov y Porfirii, aparentemente desenfadada pero cargada hasta los topes de tensión, no es uno de los pasajes literarios más sublimes que se han escrito, es que yo no entiendo un pimiento de esto, o que he leído muy poco, dos posibilidades que tampoco me apresuraría a descartar.

Lo que me gusta es que la historia en sí no es para tanto.

Lo que sí son para tanto es, por un lado, lo que ocurre en la cabeza del pobre Rodion y, por otro, la madre del cordero: cómo un hombre mortal se cree, por un instante, inmortal, esto es, Napoleón, y determina que el fin justifica los medios. Como los dos jóvenes estudiantes de La Soga, como Gaddaffi o como Dominique Strauss-Kahn, salvando las distancias, si ustedes me entienden.

Si aún no han leído ustedes Crimen y Castigo, corran, corran con desenfreno a su librería más próxima y adquiéranlo de inmediato, será la mejor compra que hayan hecho en mucho tiempo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Desencontronazos

Es curioso. Me he encontrado con Uno que me ha dicho que Otro no me quiere ni ver. Y eso que yo a Otro no le he hecho nada, que yo sepa. Vale, sí, tuvimos un desencuentro, pero eso no es culpa mía. O al menos es tan culpa mía como suya.

No es que me quite el sueño, pero me molesta un poco que la gente sea tan idiota.

Encima, en ese mismo momento, Aquella, la novia de Uno, a la que hace eones que no veía, se limitó a decir "hola" y a excusarse torpemente para no tener que hablar conmigo. Muy maduro, claro que sí. Sé que no me traga, pero bueno, yo tampoco es que saque los pompones y el confeti cuando la veo, que afortunadamente es nunca, y aún así aguanto la compostura, que ya tenemos una edad.

"Hola", dice Aquella.


Eso sí, si lo de Otro ya me resbalaba, de esto paso en bici y cuesta abajo, pero de nuevo no puedo evitar preguntarme a qué vienen esas actitudes absurdas.

Y punto, no les dedico un segundo más de mi vida.

martes, 1 de noviembre de 2011

Amor constante más allá de la muerte

"Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado."



¿No sabíais que Quevedo escribía poesía amorosa?

¿Ni que un tío tan patológicamente cínico podía poneros los pelos como escarpias?

Pues ahora ya lo sabéis.

lunes, 4 de julio de 2011

Herencia católica

Tertuliano de Cártago (ca.160 – ca.220) fue uno de los primeros líderes latinos de la Iglesia.

Leyendo joyas retóricas de su legado, como la de aquí abajo, resulta más fácil entender por qué las cosas son hoy como son:

("Cada mujer debiera estar...) caminando como Eva, acongojada y arrepentida, de manera que por cada vestimenta de penitencia, ella pueda expiar más completamente lo que ella obtuvo de Eva, - el estigma, quiero decir, del primer pecado, y aborrecimiento (atado a ella como la causa) de la perdición humana.

'Con dolor darás a luz a tus hijos, necesitarás de tu marido y él te dominará.'

¿No sabéis que cada una de vosotras es una Eva? la sentencia de Dios en el sexo de vosotras vive en estos tiempos: la culpa debe existir también por necesidad."

"¡Vosotras sois la puerta del infierno!
¡Vosotras sois las que rompieron el sello de aquél árbol (prohibido)!
¡Vosotras sois las primeras desertoras de la ley divina!
¡Vosotras sois las que le persuadieron (a Adán), pues el demonio no tenía el valor suficiente para atacarlo!
¡Vosotras construisteis tan fácilmente a la imagen de Dios, al hombre!
Por causa de lo que vosotras merecíais –esto es, la muerte– aún el Hijo de Dios tuvo que morir!"

"¿Y pensáis en adornaros vosotras mismas y sobre vuestras túnicas de pieles?"


Tertuliano, De Cultu Feminarum, libro 1, capítulo 1.

jueves, 30 de junio de 2011

Oximoron

Un oximoron es una figura literaria consistente en aplicar a una palabra un epíteto que, aparentemente, la contradice, con el objeto de dotar a la expresión de un sentido metafórico.

Por ejemplo, "reinaba un silencio atronador".

Y ahora viene lo bueno:

Oximoron es una palabra de origen griego compuesta de los lexemas "oxýs" (agudo, aguzado, punzante) y "morós" (tonto, estúpido, romo).

Así pues, resulta que "oximoron" es, etimológicamente, un oximoron.

No puedo evitarlo, me fascinan estas polleces.

viernes, 10 de junio de 2011

Los indignaos

Así se refiere la prensa a ellos.

Bueno, así no, claro, en la prensa dicen, o escriben, "indignados", pero de alguna forma suena como si dijeran indignaos, así, un poco en plan arrastrado por el suelo y no muy limpio.

Y despectivo, claro.

Estoy convencido de que más de uno está tentado de poner "los apestaos".

O "los infectaos".

"Los leprosos", incluso.

Pero la cordura les asiste en el último instante y se conforman con llamarles "indignaos", a medio camino entre la burla y la falsa complacencia, pues los indignados se consideran así mismos indignados, de modo que, hablando estrictamente, no pueden reprochar nada a nuestros informadores a ese respecto.



He observado el siguiente fenómeno:

Exactamente el mismo entusiasmo vehemente con el que unánimemente se apoyaba a los indignaos antes de las elecciones, se ha tornado masivamente en hastío, hartazgo y aburrimiento, y ahora a la opinión pública no le podría importar una mierda mayor lo que pase con la acampada -otrora digna, hoy perrofláutica-.

Me parece lógico. Creo que es inherente al propio movimiento.

Cuando acababa de nacer y estaba por definir, y todas las propuestas eran difusas y generales, era fácil adherirse.

En el momento en el que se han concretado ideas, inmediatamente surgen detractores y escépticos que, o bien no están de acuerdo con las propuestas concretas, o bien sospechan que los indignaos ya no son tanto un movimiento espontáneo y apolítico de ciudadanos, sino más bien todo lo contrario.




Se ha perdido la espontaneidad de los inicios, el tinte naïve y un tanto ingenuo e inocente del movimiento recién nacido, y se ha convertido en algo vulgar y cotidiano, un tanto antipático, que la gente ya se cansa de ver día tras día.

Me quedo con los primeros días, cuando nos cogió a todos por -agradable- sorpresa y hasta nos emocionamos un poco al ver que alguien movía un dedo en este país.

domingo, 13 de febrero de 2011

Café

Supongamos que estás tomando un café en una mesa de tu cafetería favorita.

Sabe delicioso, lo disfrutas, lo paladeas, estás encantado con tu café, no quieres que se acabe nunca.

Supongamos también que, por medios que no vienen a cuento, descubres que la taza contiene, además de café, una generosa dosis de lejía, por lo que si continúas bebiendo, morirás.

Y sin embargo, inexplicablemente, el café sabe tan bien...

Das otro sorbito.

Sólo uno.

Va, dos.

Venga, tres y ya.

Imaginemos que ahora hace su entrada en escena un amigo tuyo con el que habías quedado. Se sienta frente a ti y te recomienda, con buen juicio, que no pruebes ni una gota más.

Dejas el café en la mesa. De hecho, sales con tu amigo de la cafetería para no volver jamás.

Pero a estas alturas tienes una úlcera del tamaño del lago Michigan y pasas muchos meses de dolores y malestar hasta que te repones casi completamente.

Largo tiempo después, alguien te hace saber que te espera para tomar un café en esa puñetera cafetería.

¿Aceptas?

Pues yo tampoco.

viernes, 21 de enero de 2011

What if you slept?

What if you slept?
And what if, in your sleep, you dreamed?
And what if, in your dream, you went to heaven and there plucked a strange and beautiful flower?
And what if, when you awoke, you had the flower in your hand?
Ah, what then?

Coleridge anhelaba una flor de ensueño, algo imposible de obtener; finalmente pregunta con cierto aire de abatimiento, "entonces qué?". ¿Qué pasa cuando se logra alcanzar lo imposible? ¿el mayor de tus anhelos?

No sé si es lo que implicaba Coleridge con este delicioso poema romántico, pero creo que se puede extraer la lectura de que la persecución de un objetivo es mejor combustible que su consecución.

Es curioso como, en muchas ocasiones, la satisfacción es mayor cuando se busca algo que cuando se consigue. Es una sensación mucho más duradera y creciente, la del éxito, por el contrario, es efímera y tiende a disminuir rápidamente con el paso del tiempo, lo que nos lleva a buscar una nueva meta que nos mantenga en marcha.

Y esto me lleva a acordarme de los 90, cuando se grababan cintas que os currabais durante meses porque algunas canciones no había dónde encontrarlas, pero al final te buscabas la vida y se lograba y, más mal que bien, tenías tu cinta-collage.

O los juegos de ordenador, a los que jugabas durante meses porque te había costado horrores conseguirlo.

Ahora un click de ratón nos trae las discografías completas de varios grupos que posiblemente nunca lleguemos a escuchar, películas que no llegaremos a ver y juegos a los que no llegaremos a jugar más que unas pocas horas...

Quizás todo va demasiado deprisa.

Espero ansioso el premio a la Mayor Divagación Errática y Caótica, Edición 2011.

jueves, 20 de enero de 2011

Blader Runner 2, el Regreso.

He leído por ahí que algún degenerado sin escrúpulos pretende rodar la segunda parte de Blade Runner.

Muy bien, claro que sí.

Y de paso escúpeme en la cara. Méate sobre las fotos calcinadas de Ridley Scott y Harrison Ford. Baila sobre la tumba de Isaac Asimov al ritmo de la banda sonora de Vangelis. ¡Hazme tragar unicornios de origami, arráncame los ojos, criogenízalos, dámelos de comer y échame limon en las cuencas vacías!

Recreación de un hipotético visionado de Blade Runner 2


En su día me compré el cofre de friki de coleccionista, que incluye cuatro versiones completas de la película, lo prometo: el montaje especial con escenas añadidas, el estreno de 1982 en cines, el estreno internacional de 1982, y el montaje del director de 1992.

Y aún existen dos versiones de trabajo para preestrenos y festivales y una versión para televisión con los contenidos "ofensivos" editados, que alguien tuvo la decencia de no incluir en el box de coleccionista.

Siempre me ha parecido blásfemo y sacrílego todo ese baile de versiones, ediciones, cortes y demás copy-pastes.

De todas estas, y por razones que no puedo revelar aquí, pero que cualquiera que haya visto las diferentes versiones (unas cuantas veces) podrá identificar, las únicas en las que la historia mantiene su integridad argumental y la totalidad del trasfondo existencialista que subyace bajo la misma, son la primera y la última del cofre.

Las otras están repletas de imposiciones por parte de la Warner como la voz en off que tanto Ridley Scott como Harrison Ford intentaron eliminar hasta el último momento sin éxito. O la supresión de escenas (alguna de ellas esencial). O la adición de otras escenas (¡tomadas de otras películas!) con el propósito de hacer la peli más comercial pero contribuyendo a emborronar y deformar la historia.

En definitiva, toda clase de pastiches, aberraciones y atrocidades cometidas de la forma más chapucera y cutre.

Y ahora, no contento con todas estas afrentas a una obra maestra del cine, total, redonda y definitiva, un iluminado carente de toda ética ha pensado que es una buena idea hacer Blade Runner II, el Regreso, con Harrison Ford y Rutger Heuer en la cúspide de su carrera, o mejor aún, con actores a los que no conozcan ni en su casa a la hora de comer, preferiblemente extirpados de una selección de los mejores telefilmes emitidos por Antena3 a la hora de la siesta como Decisión Final o Juego Mortal. O Juego Final. O Decisión Mortal, bueno, ya sabéis cómo va esto.

Ha visto cosas que sus nietos no creerían


Y sucederá como con Star Wars.

Antes se podía afirmar sin miedo que uno era fan de Star Wars y todo el mundo lo entendía a la primera. Era muy fácil, te gustaba Star Wars y punto.

Ahora no, ahora tienes que precisar que la que te gusta es la primera trilogía, pero la primera que se rodó, claro, no la que cuenta la primera parte de la historia, que se rodó después pero cronológicamente sucede antes... ¿y por qué? ¿por qué tanto dolor? ¿qué necesidad había de complicarlo todo rodando un truño infumable lleno de personajes ridículos que mancilla una trilogía mítica?

Luke, yo soy tu padre...


Las cosas estaban bien como estaban, rodar una precuela de Star Wars era tan absolutamente accesorio y carente de sentido como, digamos, rodar una secuela de Blade Runner.

Por lo que a mí respecta sólo existe una trilogía de Star Wars, nunca se rodaron una tercera y cuarta parte de Alien y Blade Runner no tiene y nunca tendrá una segunda parte.

miércoles, 19 de enero de 2011

¿Estamos solos?

Me dice Una Que Yo Me Sé, que ha aprendido a no contar con nadie.

No me lo dice gravemente, no hay un ápice de dramatismo en su afirmación, sino como un hecho cierto e innegociable, como el triste producto de la experiencia propia ante el que uno tiene que resignarse.

Lo escucho y me entristezco un poco, no porque me sienta aludido, sino porque temo que tenga razón y que lo único que me haya impedido llegar a la misma conclusión es que ella me lleve un par de vueltas de ventaja en estas cosas.

Es verdad que hay gente que antes estaba cerca y ahora, simplemente, no está, pero también es cierto que hay muchos que permanecen y se mantienen ahí, contra viento y marea, inasequibles al desaliento.

Y lo cierto es que a mí me reconforta pensar que uno no está solo en este viaje. Y también que otros, a su vez, verán en uno un faro que les guíe hasta tierra en alguna noche oscura de tormenta.

Llamadlo ingenuidad. O será que algún día me llevaré un buen chasco, pero por el momento me siento más feliz pensando así.

Qué tonto, ¿no?

martes, 4 de enero de 2011

Cold turkey

Seré sincero.

También fue por su culpa, también fue la responsable.

Y también cai como un idiota, era fácil.

No fue voluntario, ya lo sé, pero a quién le importa.

Ahora me voy a sacudir este yugo de encima, y lo voy a hacer a lo bestia, de una vez.

Y todo volverá a ser normal.

Afortunadamente dejé migas de pan.

Y sabré regresar.