viernes, 19 de noviembre de 2010

Deshipotecado

Ya no soy un hombre endeudado.

Ya, ya lo sé, durante un año podría haber exprimido la evocación del potencial drama novelesco que conlleva ser un tipo endeudado, podría haberme emborrachado y haberme jugado el coche en una timba, o haber asesinado por dinero... pero la verdad es que no hay nada de novelesco ni de poético en tener una hipoteca.

Al principio un poco de nervios, luego cada uno jugamos nuestro papel, ella (hace tiempo que ella es "ella", en minúsculas) el de "soy amable y graciosa, caigo bien", yo el de "soy educado y chistoso, también caigo bien" los dos el de "somos maduros y civilizados" y la tarde transcurrió con algún contratiempo de carácter burocrático pero sin demasiadas tensiones.

Sólo espero que la fortuna nunca me vuelva a extraviar por sus tierras, ni a ella por las mías, que ni siquiera nos crucemos en el camino, y que sea feliz sin que yo jamás lo sepa, ni quiera.

Ahora sí que, al fin, se cierra una puerta que esconde cosas demasiado oscuras como para no querer cerrarla con llave.

Otras puertas nuevas se abren...

3 comentarios:

  1. "Sólo espero que la fortuna nunca me vuelva a extraviar por sus tierras, ni a ella por las mías, que ni siquiera nos crucemos en el camino, y que sea feliz sin que yo jamás lo sepa, ni quiera".

    Lo leo y siento zozobra :-S

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  2. La verdad, no se puede hacer mejor de como lo has hecho tú, no señor. :)

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  3. Pues Reina, yo creo que llegar a ese punto de independencia con respecto a lo que ha sido una auténtica losa sobre la existencia de uno, es un auténtico triunfo :)

    Una que yo me sé... a ti te veo esta tarde, así pierde gracia responderte a los comentarios XDDD (igualmente, gracias :) )

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