Inconscientemente voy poniendo piedras. O las voy quitando.
Y me angustio, y no sé explicar por qué. O sí se explicar por qué, pero no quiero, o no me lo permito.
Yo, que siempre he tendido a caminar por terreno firme, ¿por qué me arriesgo a tomar el camino pedregoso? y entre tanto me convenzo de que todo es inocuo, y no me lo creo.
Y cuando miro sólo veo cosas buenas, y no lo entiendo. No es justo. Es cualquier cosa menos justo.
Ortigueira refresca la mente y el cuerpo, necesito un poco de eso.
Sé que no puedo ser más críptico, pero no puedo ser más claro.
Estamos tan acostumbrados a que esta vida sea una mierda, que cuando nos lanzamos al vacío y nos damos cuenta de que podemos volar, no nos lo creemos. Y el miedo puede hacer que nos demos la gran hostia (¿u ostia?). El truco está en no pensar y seguir volando. Y cuando te acostumbres a ello, da un paso más. Haz pirutetas. Pero no pienses. Sólo disfruta.
ResponderEliminar