Un oximoron es una figura literaria consistente en aplicar a una palabra un epíteto que, aparentemente, la contradice, con el objeto de dotar a la expresión de un sentido metafórico.
Por ejemplo, "reinaba un silencio atronador".
Y ahora viene lo bueno:
Oximoron es una palabra de origen griego compuesta de los lexemas "oxýs" (agudo, aguzado, punzante) y "morós" (tonto, estúpido, romo).
Así pues, resulta que "oximoron" es, etimológicamente, un oximoron.
No puedo evitarlo, me fascinan estas polleces.
jueves, 30 de junio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
Los indignaos
Así se refiere la prensa a ellos.
Bueno, así no, claro, en la prensa dicen, o escriben, "indignados", pero de alguna forma suena como si dijeran indignaos, así, un poco en plan arrastrado por el suelo y no muy limpio.
Y despectivo, claro.
Estoy convencido de que más de uno está tentado de poner "los apestaos".
O "los infectaos".
"Los leprosos", incluso.
Pero la cordura les asiste en el último instante y se conforman con llamarles "indignaos", a medio camino entre la burla y la falsa complacencia, pues los indignados se consideran así mismos indignados, de modo que, hablando estrictamente, no pueden reprochar nada a nuestros informadores a ese respecto.
He observado el siguiente fenómeno:
Exactamente el mismo entusiasmo vehemente con el que unánimemente se apoyaba a los indignaos antes de las elecciones, se ha tornado masivamente en hastío, hartazgo y aburrimiento, y ahora a la opinión pública no le podría importar una mierda mayor lo que pase con la acampada -otrora digna, hoy perrofláutica-.
Me parece lógico. Creo que es inherente al propio movimiento.
Cuando acababa de nacer y estaba por definir, y todas las propuestas eran difusas y generales, era fácil adherirse.
En el momento en el que se han concretado ideas, inmediatamente surgen detractores y escépticos que, o bien no están de acuerdo con las propuestas concretas, o bien sospechan que los indignaos ya no son tanto un movimiento espontáneo y apolítico de ciudadanos, sino más bien todo lo contrario.
Se ha perdido la espontaneidad de los inicios, el tinte naïve y un tanto ingenuo e inocente del movimiento recién nacido, y se ha convertido en algo vulgar y cotidiano, un tanto antipático, que la gente ya se cansa de ver día tras día.
Me quedo con los primeros días, cuando nos cogió a todos por -agradable- sorpresa y hasta nos emocionamos un poco al ver que alguien movía un dedo en este país.
Bueno, así no, claro, en la prensa dicen, o escriben, "indignados", pero de alguna forma suena como si dijeran indignaos, así, un poco en plan arrastrado por el suelo y no muy limpio.
Y despectivo, claro.
Estoy convencido de que más de uno está tentado de poner "los apestaos".
O "los infectaos".
"Los leprosos", incluso.
Pero la cordura les asiste en el último instante y se conforman con llamarles "indignaos", a medio camino entre la burla y la falsa complacencia, pues los indignados se consideran así mismos indignados, de modo que, hablando estrictamente, no pueden reprochar nada a nuestros informadores a ese respecto.
He observado el siguiente fenómeno:
Exactamente el mismo entusiasmo vehemente con el que unánimemente se apoyaba a los indignaos antes de las elecciones, se ha tornado masivamente en hastío, hartazgo y aburrimiento, y ahora a la opinión pública no le podría importar una mierda mayor lo que pase con la acampada -otrora digna, hoy perrofláutica-.
Me parece lógico. Creo que es inherente al propio movimiento.
Cuando acababa de nacer y estaba por definir, y todas las propuestas eran difusas y generales, era fácil adherirse.
En el momento en el que se han concretado ideas, inmediatamente surgen detractores y escépticos que, o bien no están de acuerdo con las propuestas concretas, o bien sospechan que los indignaos ya no son tanto un movimiento espontáneo y apolítico de ciudadanos, sino más bien todo lo contrario.
Se ha perdido la espontaneidad de los inicios, el tinte naïve y un tanto ingenuo e inocente del movimiento recién nacido, y se ha convertido en algo vulgar y cotidiano, un tanto antipático, que la gente ya se cansa de ver día tras día.
Me quedo con los primeros días, cuando nos cogió a todos por -agradable- sorpresa y hasta nos emocionamos un poco al ver que alguien movía un dedo en este país.
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