Ortigueira huele a porro, a fogata y a eucalipto.
También a buen rollo inacabable, a comida improvisada y a cubata de ron.
Huele a música celta, a Amistad sin paliativos, a playita y a crema de protección solar factor cinco mil.
A pulpo a la gallega, a chucherías de metro y medio, a café con leche con bollitos mirando amanecer en la playa, a gallegos de Alcorcón que piden tabaco y no se van ni con agua caliente y a perroflautas de pura cepa que no han visto una ducha en lustros.
Huele empanada gallega, a niñas monas que no saben plegar tiendas, a balón de rugby y a encantadores visitantes portugueses.
Lo único que eché en falta fue un ligero toque Canalla para acabar de hacerlo perfecto, pero nada que no se pueda solventar en el futuro.
Y yo cada año venga a decirles a estos, joer, vamos a Ortigueira, que os va a molar, y estos que no, que pasamos, que eso es un coñazo.
Menos mal que por fin este año han entrado en razón y me parece que les ha gustado.
Estoy seguro de que el año que viene repetirán.
sniff!
ResponderEliminarjo, leyéndote así... puedo ir to a Ortigueira el año que viene???
ResponderEliminarCanalla: El año que viene te quiero ahí.
ResponderEliminarCMQ: Vente! te iba a encantar! no exagero ni un ápice... :D